Celebrar a Annie Ernaux como algo propio
Después de que me quitaran los puntos de la boca, mientras caminaba por La Recoleta en dirección a Retiro leí en mi móvil que a Annie Ernaux le habían concedido el Nobel de Literatura. Eran las 8.30 de la mañana. Era la esquina de Santa Fe y Callao. Le mandé un audio a mi pareja: Ya me han quitado los puntos. Todo bien. Estoy volviendo a casa. Voy en tren. Le han dado el Nobel a una escritora que me gusta mucho. Estoy muy contenta. Después te cuento.
Hay noticias que no nos cambian la vida pero nos alegran el día y nos
llenan de argumentos. Lo apunté en mi diario.
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Fotografía de Ulf Andersen / Getty |
Esa noche volví a leer El acontecimiento, el libro que escribió la autora francesa sobre el aborto clandestino que se practicó cuando era una estudiante con poco más de 20 años.
Subrayé esto:
Establecía confusamente un vínculo entre mi clase social de origen y lo que me estaba ocurriendo. Yo era la primera persona de mi familia que estudiaba una carrera. Todos los demás habían sido obreros o pequeños comerciantes. Había conseguido escapar de la fábrica y de la tienda. Pero ni la reválida ni la licenciatura en letras habían conseguido alejar la fatalidad de una pobreza heredada cuyos emblemas eran el padre alcohólico y la madre soltera. No había podido librarme de ello, y lo que estaba creciendo dentro de mí era, en cierto sentido, el fracaso social.
Quién dice que la literatura no es política.
Carmen Martín Gaite es una de las mejores escritoras españolas de todos los tiempos. Carmen Martín Gaite es una de mis escritoras preferidas. Un lugar seguro. Una casa a la que volver. Carmen Martín Gaite es la autora que escribe las mejores dedicatorias que he leído nunca. Abro de nuevo “Usos amorosos de la posguerra española”. Me reafirmo en mis convicciones:
Para todas las mujeres españolas, entre cincuenta y sesenta años, que no entienden a sus hijos. Y para sus hijos, que no las entienden a ellas.
El libro es de 1987 pero la dedicatoria no vence.
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Carmen Martín Gaite |
Leí este poema del jovencísimo poeta gallego Ismael Ramos, flamante Premio Nacional de Poesía Joven "Miguel Hernández" 2022.
Leo sobre las hijas de los hombres
instruidos. En el primer barco del día a la ciudad, solo me fijo en las mujeres
de la limpieza. Ya no hay estudiantes porque es verano y fuera el cielo amanece
limpio. Los trabajadores oramos por la llegada de una mañana fresca. Leo que la
pobreza y la juventud nos harán libres. Y si no libres, brillantes. Como brilla
el frío en las ventanas de los pobres. La épica que inventamos sobre la
superficie húmeda de un ojo. Dice la escritora que las hijas de los hombres instruidos
no tuvieron más educación que unas pocas clases de alemán. Por eso, dice, el
trabajo las hará libres. Frente a mí, un chico igual de concentrado en su
libro. Cuando todos bajamos del barco, no se levanta. Continúa leyendo. Es como
si no tuviese nada que hacer. Como si no tuviese nada que hacer y eso, por fin,
tampoco le importase a nadie.
Mi hija llora desconsolada en la puerta
del Jardín de infantes porque ella quiere estar al lado de una amiga y hay otra niña que ha
ocupado ese lugar y no le deja. Le digo que a veces no elegimos los dónde ni los cuándo.
Ser madre es decirle cosas a nuestros hijxs que en realidad nos decimos a nosotras mismas.
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